A TRAVÉS DE UNA CÁPSULA O UN SUEÑO DESPIERTO
- Liseth Mejia Enciso
- 10 jun
- 2 Min. de lectura
Actualizado: 4 sept
Cuento de ciencia ficción
Lo último que recuerdo es estar en una clase de última hora, lo demás puede ser verdad o mentira. Cada quien ha elegido sus ideologías y formas de juzgar.
Entré en un proceso de transición entre estar presente y un sueño profundo, de repente todo se tornó negro pero a diferencia de otros clichés, yo no ví ninguna luz al final del túnel. Más bien visualicé una casa sombría y sin color alguno, sin emoción alguna.
Después de unos segundos que tal vez fueron horas, semanas o años logré dar algunos pasos hacia la construcción pero a medida que la distancia se acortaba una punzada en el pecho se apoderó de mí, provocando un fuerte dolor de cabeza y un temblor en mis piernas incontrolable. Sin embargo no podía detenerme, necesitaba descifrar el por qué me encontraba en este boulevard con solo una salida; la casa.
Noté que había una ventana rota por la cual pude ver a una mujer solitaria y apagada, pero claro, ¿Quién no estaría así en un sitio como ese?. La punzada en el pecho aumentaba progresivamente, llegué a un punto en el que solo avanzaba por inercia hacia el horizonte aunque no tenía un destino planeado, en realidad no era consciente de mí misma ni de lo que estaba a punto de pasar.
No recuerdo cuánto tiempo pasó hasta que estuve al frente del inmueble, estaba decidida a averiguar lo que estaba ocurriendo, así que tomé un suspiro y toqué la puerta… No hubo respuesta, volví a tocar con más ganas y luego de unos segundos la mujer apareció en el marco de la puerta con una expresión de perplejidad. Me miró de arriba abajo y posteriormente me agarró del hombro con brusquedad para adentrarme en la sala donde la había visto sentada hacía unos momentos.
—No quiero que hagas preguntas, no queda más tiempo, te diré solo lo que tienes que saber —Declaró con voz autoritaria.
—¿Qué? —Balbuceé confundida.
—Mira, en aproximadamente dos años va a haber una guerra que va a destrozarlo todo, pero tú eres la única que puede impedirlo, de lo contario la historia se seguirá repitiendo y seguiremos siendo las únicas sobrevivientes. Llevo casi setenta y cinco años esperando tú llegada para advertirte —Hizo una pausa con dramatismo y me mostró una marca en su brazo, idéntica a la que yo tenía…—. Catalina, soy tú versión del futuro, no me falles.
—No, no lo haré —Respondí con un hilo de voz.
—Tienes que volver, se hace tarde —Musitó y una lágrima salió de sus ojos.
No sé qué pasó después pero desperté llorando y con un fuerte mareo en el centro del salón de clases. En ese instante un fuerte estruendo compañado de una luz brillante e imponente se apoderó de mis sentidos. La guerra había empezado pero no logré cumplir mi misión, de alguna forma había pasado dos años en el año tres mil.
Editado Por: Sara Maza (701)